martes, 6 de abril de 2010

Eduardo Bork

Eduardo Bork era uno de los tantos inmigrantes europeos que poblaron la Patagonia Argentina. Era un Alemán que en su juventud había sido marinero. Era distinguido entre los locales por su coraje y serenidad.

En una ocasión estaban explorando la zona de la cuenca del río Santa Cruz él y un compañero de trabajo suyo. Habían dejado un bote atado en las orillas del río y se habían ido a cazar. Al regresar con un guanaco se encontraron con que se había soltado el bote y que estaba en la otra orilla. Por suerte había unas rocas que sobresalían río abajo que habían frenado al bote, de otro modo con las corrientes que tiene ese río ya lo hubiesen perdido junto con las provisiones, entre ellas la sal, imprescindible para matar la "catinga" de las carnes.

La única forma de buscar las imprescindibles provisiones era cruzar el río nadando. El río Santa Cruz es conocido en la zona por lo peligroso que puede ser: muy frío y con correntadas muy fuertes, pero esto no pareció importarle a Eduardo que sin dudar se metió y venció valientemente la corriente y el frío. Recordadno la hazaña años más tarde decía que el cruce nadando era poca cosa en comparación con la vuelta casi desnudo en el bote con el viento helado sumado al frío que ya tenía del agua casi congelada del río. Casi me mato el frío -dijo él-. al llegar a la otra orilla hubiese dado cualquier cosa por una botella de whisky.

En otra ocasión, más al norte, Bork fue junto a otros dos hombre a buscar un toro salvaje que se había mezclado con los novillos mansos. Se conoce de un sólo hombre en la Patagonia que haya enlazado un toro salvaje. Ellos optaron por lo más seguro: un máuser y diez balas.

La tropa era un gran lío que mugía y se ponía cada vez mas nerviosa. Él índigena que tenía el arma ya había disparado 9 de las 10 balas sin herir de gravedad al toro que ahora además de salvaje estaba enfurecido. En una de esas el toro cargó contra el indio que se mezclo entre la tropa antes que arriesgar su última bala.

Después de esto decidieron que Eduardo se escondería entre unas matas con el máuser y los otros dos intentarían arrear con sus caballos al toro hacia él. A los 2 o 3 minutos el alemán se había cansado y había salido a buscar al toro que lo vió antes que él a la bestia. Éste cargo contra él sin darle tiempo a reaccionar. Le dió un topetazo tan fuerte que salió volando y aterrizo en unas matas de calafate (que los salvaron porque el toro no podía llegar ahí). Por userte tenía los cuernos tan abiertos que no llegó a lastimarlo con ellos. Tan pronto el toro se dió cuenta que su víctima estaba fuera de alcance se fue para otro lado y sus dos compañeros pudieron ayudarlo a salir de la espinoza mata.

Apenas se vió libre salió al descampado gritando furioso para encontrar al toro. Al instante casi lo encaró el toro que corría con una potencia descomunal. Del otro lado estaba Eduardo con el máuser al hombro esperando a la bestia con una serenidad increíble. Fueron segundos que parecían horas. Cuándo el toro estaba a unos 25-30 metros se escuchó el disparo. La inercia del animal era tan fuerte que frenó a unos pocos metros de Bork, parecía de película.

Éstas son sólo algunas de las aventuras de Eduardo Bork, uno de aquellos que quisieron domar a esta tierra salvaje y solitaria.

3 comentarios:

  1. No hay nada que hacerle frente a la fiereza argentina

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  2. Hola Hola Hola!

    Muy bueno el relato, excelente te dire, gracias a tu relato me imagine toda la historia como si estuviera alla, sin perjuicio destaco la valentia en haberse metido a esas aguas heladas, yo ni loca.. amo la aventura, pero para ciertas cosas no sirvo!!!

    saludos y miles de gracias por visitar siempre mi blog!

    te mando un beso

    cande

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  3. Mi persona: la verdad que tenes razón. Gracias por pasarte!

    Cande: me alegro mucho de que te haya gustado mi relato. Como siempre seguire pasando por tu blog ; )

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