miércoles, 5 de mayo de 2010

Viaje complicado

Esto ocurrió hace 4 años en la provincia de Santa Cruz. Eramos 4 viajantes en una Ford Aerostar del '94. Veniamos de una noche de lluvia en carpa, hecho que puede llevarte a perder la paciencia. Habíamos salido hace 4 horas aproximadamente de El Chaltén, un hermoso pueblito de la cordillera. La semana anterior había estado lloviendo muchísimo, por lo tanto los caminos que no eran de asfalto estaban prácticamente intransitables.

A nosotros no nos importó las noticias de lo poco recomendable que sería meternos en unas huellas que nos llevarían a la estancia "La Luchita". Por ahora venía todo bien. Las huellas estaban muy marcadas lo único, por lo que había que manejar un poco afuera de ellas para que el fondo del vehículo no toque el suelo. Pero esas cosas son normales en un viaje de este tipo asique todos ibamos tranquilos.

Eran las 19 hs. apróximadamente cuando los frenos nos empezaron a fallar. Si hay algo que es imprescindible tener en un viaje de este tipo son: rueda de auxilio, frenos y kit de herramientas básicas. Sin los frenos no llegaríamos muy lejos, o mejor dicho, llegaríamos demasiado lejos..

Cuando paramos para ver que pasaba vimos que el tambor de freno de la rueda izquierda trasera estaba bastante golpeada del viaje que habíamos hecho a Río Pico. La ruta que lleva a ese pueblito esta hecha con piedras. La más chica es del tamaño de un puño. En el pueblito nos habían comentado con certeza que el único auto que se bancaba esa ruta era el Falcon, fierro argentino por excelencia.

Cuando logramos por fin sacar la rueda y abrir el tambor de freno (con el frío que estaba haciendo era difícil mover los dedos) nos encontramos con un desastre. Los resortes estaban rotos y el resto de las piezas chicas estaban prácticamente pulverizadas. Todos nos mirabamos en desesperación anhelando que el otro tenga una solución (aunque sabíamos muy bien que no la tenía mas que nosotros). La soledad en ese horizonte infinito era tan hermosa como desesperante.

Pedir ayuda sería inútil. La grúa no llega, y si teníamos la suerte de que sí vendría de lejos y hasta que llegase sería el otro día ya y nos saldría el valor de muchísimos suledos. Estuvimos urgando entre las herramientas un buen rato buscando alguna solución hasta que encontramos un pequeño tornillo. Se nos ocurrió usarlo para anular el freno que no andaba tapando la salida de líquido de freno de esa rueda. Cuando lo pusimos le sobraba un poco de espacio por los costados.. no serviría. Buscamos en un compartimento que hay abajo del asiento y encontramos un rollito de teflón... nunca en nuestra vida habíamos estado tan contentos de haber encontrado un rollito de teflón.

Puesto el teflón en el tornillo procedimos con nuestra obra maestra. Lo pusimos y parecia andar bien. Para asegurarnos de que estuviese funcionando correctamente uno bombeaba el freno y otro miraba el cañito. Si, el cañito perdía líquido cuando se frenaba. Asique volvimos a repetir el proceso una o dos veces más y finalmente quedó. La rueda con el freno roto anulado y las otras tres funcionando a la prefección. Que bien se sentía bombear ese freno y sentir la respuesta. Lo increíble fue que ese "atado con alambre" nos duró un año...